Por: Perla Coral
Nació en Baumgarten, cerca de Viena en el año 1862, en el seno de una familia de tradición artesana que, en parte, reflejaba la pluralidad nacional del Imperio austrohúngaro. Su madre era vienesa, y su padre, Ernst Klimt, orfebre de origen bohemio que orientó a sus tres hijos varones –del matrimonio nacieron también cuatro hijas- hacia su mismo camino profesional.
La obra reúne: la singularidad, la impresión de que en ella se encierran claves íntimas; pero, al mismo tiempo, es una síntesis casi exhaustiva de las inquietudes, tendencias y lenguajes de la convulsa escena artística moderna europea de los años del cambio de siglo. Alentó la modernización y la apertura del arte austriaco a las tendencias europeas; en él confluyen la influencia del Jugendstil alemán de Munich, el Modern Style escocés de Mackintosh y la lección de impresionistas y posimpresionistas franceses con la herencia simbolista del romanticismo alemán y nórdico.
El objetivo de Klimt era un arte idealista y autorreferencial, liberado de hipotecas y compromisos más allá de sus exigencias intrínsecas.
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